domingo, 3 de julio de 2016

Por si llegamos a tiempo

No son las personas las que hacen los viajes, sino los viajes los que hacen a las personas- John Steinbeck

Tengo un billete con destino al lugar donde los días dejan de ser días y las noches tampoco son noches. Incluye los planes por tierra, mar y aire que nos hacen despegar sabiendo que siempre tendremos una buena historia con la que volver a casa. Tengo un billete de ida, directo, que nos permite dar cien vueltas de cadera, con escala en uno mismo y permiso para deshacerte de todo lo que no eres. El pase VIP a la zona donde se espera lo inesperado, ese también lo tengo.

Partimos desde la terraza con vistas a todos los mares que mantienen a flote nuestras razones. Está permitido llevar algo de dudas, aunque hay un límite de peso. Aconsejan dejarlas en casa o correr el riesgo que existe de perderlas por el trayecto. Las instrucciones para coger las oportunidades al vuelo están donde siempre, escondidas detrás de la carta de las bebidas con gas ganas. Son para los casos de deshidratación, donde la falta de combustible nos puede hacer explotar.


A base de señas,  las azafatas explican que el destino es cuestión de decisiones y la capacidad de sorprender se encuentra debajo de nuestro asiento. En la aduana piden pasaporte y declaración de intenciones (click). Recomiendan que se escriban después de meditar sobre la forma en la que quieres querer. No tratar de adivinar lo que piensas es el modo de que esto funcione. 
Para que te hagas una idea, he llegado a la conclusión de que quiero ser el puerto seguro al que acudir.

La frontera es esa línea que sólo los que la han cruzado saben exactamente dónde está. Todo apunta a una vía donde el único sentido es hacia delante. Vis-à-vis. Allí se forma una cola de miedos justo antes de subir a bordo, pero una vez que la pasas, se van para que te dejes llevar. 

Tú intuición será el salvavidas en este barco. 

El asiento en primera clase incorpora un muelle de privacidad y el botón de No Compartir. ¿Quién prefiere perderse el sabor de lo que está por descubrir con tal de que los demás se enteren?


La letra pequeña viene al final de cada hoja del calendario. No hace falta leerla, pero nos recuerda que no vale echarse para atrás, ahora que ya queda claro que el asunto es complicado. Las alturas no son para todo el mundo pero si vienes, espero que no seas tú quien se baje. Perder el equilibrio es parte de una vida equilibrada.

Hace 20 líneas que han hecho la última llamada de atención a los pasajeros, por si llegamos a tiempo.

Dime, ¿te guardo un sitio?