"Muy a menudo
subestimamos el poder de una caricia, una sonrisa, un cumplido sincero, el mero
hecho de preocuparse… Todo eso que tiene el poder de darle la vuelta a la vida"
-M. Luther
-M. Luther
La vida
está llena de detalles. Curiosamente, es lo que la mayoría de la gente intenta
evitar. Creemos que si quitamos todas las partes minúsculas nos quedaremos con
el pastel. Sin el topping ni virutas,
sin eso que no se come y lo otro que solo adorna, todo pierde su valor. Creemos
que esas tonterías no cuentan tanto,
solo son unas décimas que aligeran el peso de nuestros días. Son esos cero coma que te hacen ganar puntos en la pregunta 5
estrellas del examen final. Creemos que, sin ellas todo es más fácil, que así
no nos complican, como si no nos liásemos nosotros mismos al empeñarnos en
hacer, de todo, una ecuación imposible de resolver.
Integramos los días y derivamos las noches, seguros de que cuanto más difícil, mejores son
nuestras relaciones. Sustentamos la teoría de que dos no es igual que uno más uno, sin querer ver que, dos son uno y
uno a los que no les es suficiente y deciden sumarse enteros para restar
dificultades. Multiplicar sus días por esos cero
coma, que no son tan importantes y
consiguen valer 10 puntos. Y aún les quedarán las noches.
Por eso andamos faltos de escuchar te quiero, gracias y lo siento. Es algo sencillo, fácil de
pronunciar y de efecto inmediato, pero a menudo se quedan en la garganta sin
llegar a ejercer su función. A algunos ni siquiera se les pasa por la mente. Creemos que no significan tanto y lo seguimos
creyendo hasta que faltan.
Se nos olvida la importancia
de las cosas simples. Por suerte, están los días que te devuelven la emoción
por esas nimiedades, demostrando que el verdadero interés es la suma de una
larga lista de gestos pequeños. Si jugamos a NO tenerlo todo bajo control, le
ponemos la guinda al pastel: el elemento sorpresa.
Esperar es solo el comienzo,
lo inesperado es lo que cambia nuestras vidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario