jueves, 16 de julio de 2015

Nos conocemos

"Encantada de conocerte. Y de conocerme"

Solemos decir que nos conocemos.
Tenemos más o menos claro lo que queremos y lo que no queremos, tanto, que queremos lo que no tenemos, y cuando vuelve de nuevo ya no lo queremos. Decimos que sabemos lo que merecemos pero que ella o él volviese no es precisamente eso… Y aún así lo queríamos.

Somos un acúmulo de paradojas, un sinsentido aparentemente coherente. Nos sabemos la teoría y fallamos en la práctica. Pensamos una cosa que sentimos y hacemos justamente lo contrario, cuando la única forma de no fallar es pensar con el corazón. Podríamos aprendernos coreografías imposibles de Beyoncé y no somos capaces de coordinar lo de dentro con lo que hacemos.


Nos gusta llegar a tiempo a las citas y a la vida, aunque a veces esperamos hasta que se nos hace tarde. Sabemos que esperar el momento perfecto  es dejar pasar la realidad creyendo que llegará el día en que lluevan pianos. Tan absurdo como comer helado en invierno o hacer ángeles en la arena, pero aún así lo hacemos.

No nos gusta la rutina, el desafecto, ni la normalidad. Buscamos algo fuera de lo común, algo (para qué engañarnos más) alguien que destaque y sea diferente, pero no tenemos ni idea de qué hacer con ese alguien que entra a tu vida y te cambia las cartas. Un huracán que te enreda despacito, del que sabes que no puedes librarte, ni quieres.


Siempre nos han hablado de lo que nos conviene y lo que no, nos enseñaron que no se debe volver a lo que nos hizo daño y que hay oportunidades que no se deberían volver a dar. Nos dicen que no quieres que vuelva, lo que quieres es el recuerdo de lo que creías que fue.
Y tienen razón.

Creíamos saber lo que queríamos. Es entonces cuando nos re-conocemos.

Creo que hay que saberse de memoria tus propios lunares para que alguien los cuente y te dibuje uno más. Tener muy claro cuáles son tus dos puntos débiles, porque de vez en cuando, la gente puede darte una grata sorpresa. De vez en cuando, hay alguien que te conoce más de lo que creías y sabe que son las cosquillas en el cuello las que te pierden.

Solemos decir que nos conocemos.
De vez en cuando, nos lo demostramos. De vez en cuando, acertamos. Y es que en el fondo sabemos quién es el huracán que nos hace tanto bien. Basta con mirarnos a nosotros mismos y ver que cuando está cerca, las cosas nos van mejor.

Solo hace falta saber que alguien más nos conoce tanto como nosotros para terminar de vernos.


martes, 7 de julio de 2015

Julio y todo su esplendor


Queda inaugurado el mes por excelencia del verano, al único que no se  le puede reprochar que llegue demasiado pronto o demasiado tarde.
Ya están aquí los días de gazpacho, salmorejo y ajoblanco. Los sombreros de paja, los bañadores de rayas y las siestas para coger fuerzas.
Vuelven la clasificación de los 4 colores: blanco nuclear, rojo cangrejo, moreno bronceado y negro del Congo. Las cañas a la 1, a las 2 y a las 3. También las de pescar.

La tabla de quesos y vino para cenar y quien tiene la suerte haber sido elegido para compartir este manjar.
Los desayunos de buffet, cenas al estilo inglés y besos a escondidas por los pasillos de hotel. Las noches de amigos día sí, día también. Los libros y revistas que con suerte te duran dos días. Las partidas de tardes infinitas y los faroles que más de uno se echa.


No es el momento de jugársela a una carta, es hora de ir con toda la baraja. Agotar los deseos viendo las estrellas pasar, soñando en voz alta, respirando bajo el agua, abrazando con la mirada. Benditos abrazos y quien invade tu espacio personal.

Ya puedes decirle al niño que llevas dentro que corra que Julio ya está aquí. Que ya puede volver a sentarse en el filo de la orilla a construir castillos, sabiendo que la ola siempre vuelve.

Cerrar con sol y sal las heridas que el invierno abrió. Hacer un tira y afloja con la vida y con el mar encontrando el equilibrio entre seguir la corriente o no moverse.

31 días para buscar y encontrar

Buscar en una caracola las respuestas a esas preguntas difíciles de contestar.

Buscar en el arrecife a quien se perdió buscándote a ti, que ya era hora de que alguien buscase a Dori. Sumergirse con la intención de encontrar algún tesoro y salir a la superficie para ver que los tesoros más grandes los llevas a 200 cm bajo piel. 

Buscar conchas de nácar entre todas las conchas normales. Parece sencillo pero a veces, no las ves hasta que te refleja su brillo  al agacharte y coger esa concha común. Buscarlas en la orilla y en la vida es mi mayor vicio.

Un mes para que el sur te encuentre y tú dejes de buscar el norte.

Queda inaugurado julio y todo su esplendor.