“A mí me gusta comer de verdad, beber de verdad, besar de
verdad, charlar con los amigos de verdad, enamorarme de verdad. Y cuando pones
tanto en todas esas cosas lo más normal es que salgas lleno de cicatrices” J. Sabina
Estar normal está de moda. El pesimismo, la frialdad y el
modo robot son los nuevos must have. Las
gafas que se llevan son invisibles a los ojos de los demás y a los tuyos,
porque ahora lo que se lleva es mirar translúcido. Mirar mirando de fondo sin
enfocar. Mirar con los ojos abiertos pero mentalmente cerrados. Acorazonadamente cerrados.
Siento comunicarles que aquí ya no se puede hablar de lo
bien que estás. No es creíble que en la respuesta a un “¿Qué tal?” no haya un pero. Resulta que de serie tiene que haber
algo que falla, que no es suficiente la tormenta, huracán y diluvio que nos ha
caído. Bien, pues me niego.
Se supone que debemos brindar porque todos tenemos
algo que va mal y yo me niego.
Porque la libertad es no alzar la copa. Porque
puedo.
Hablar de lo bien que vivo es mirarme en el espejo y que me
guste lo que veo.
Porque estar bien contigo mismo es tener el valor de decir:
“Mamá, Papá no sé si voy a opositar. Tal vez lo que quiero es entrar en el peldaño más bajo de Yves
Saint Laurent por mucho sudor,
esfuerzo y tiempo que me lleve alcanzar el ejecutivo.”
Y puedo porque vivo tan bien que se quién está y quién me va
a apoyar.
El tiempo me ha enseñado que la mejor postura es cabeza alta
y sonrisa amplia. Una de las lecciones más importantes que he aprendido en lo
poco que llevo de vida es no volver a decir nunca más: Fine,
thank you. Si lo piensas, no hay otra frase más usada para
ocultar cómo estás de verdad.
Si hay que decir que estás mejor que nunca, se
dice. Por todas esas veces en las que no has podido estar peor. Si al de al
lado no le gusta, es su problema y tú ya tienes lo tuyo. Touché, la curiosidad mató al gato. Porque déjame que te diga un secreto: Todos
quieren verte bien, pero no mejor que ellos.
Porque no apoyo la excusa de que no hay tiempo. Hay tiempo,
pereza, desgana y huecos en la agenda esperando que se llenen con citas para
cenar. Cuando haces malabares con tus cosas
y las de las personas que cuentan, moviendo lo inamovible, el colmo
sería brindar por la normalidad. No pienso ser yo quien ponga esa última gota.
Las cosas si salen bien. Si hay me gustas sin pero, es
posible sin pero. Un paso adelante y
luego uno detrás es un chachachá que
solo vemos los llamados optimistas, mal versionados como ilusos.
Prefiero tener una ilusión, prefiero ponerle ganas a las
cosas aunque las llenen de sal, prefiero mirar con el alma a mirar con gafas
por miedo a quemarme. Prefiero la pasión. Prefiero elegir a quien me llena incluso
cuando a veces, me desborde.
Prefiero vivir de verdad.
Y eso solo se hace a corazón abierto.
Que razón tienes. Optimistas arriba joder, que en esta vida siempre hay un lado bueno, y si no lo hay nos lo inventamos (como las mentiras que nos creemos a diario)
ResponderEliminar