sábado, 18 de abril de 2015

El miedo todo lo puede

A quien se puso el bañador y luego no se tiró

“No sé por qué siempre estamos posponiéndolo todo, pero si tuviera que adivinarlo diría que tiene mucho que ver con el miedo”

Es como ese ya hablaremos que solo llega cuando la otra parte se decide a abrir el cajón desastre. Abrirlo no significa que se vaya a producir un desastre, a veces puede incluso liberarte.
Posponer es lo fácil, significa que aún puedes elegir, es la forma que tenemos de pedirle al cielo más tiempo.

Aplazamos lo complejo, lo que nos supone algo de esfuerzo, lo que te exige que des lo mejor de ti y no le valen las medias tintas. Aplazamos todo aquello que pide un mínimo, y no son solo cosas las que aplazamos.

Lo complicado es firmar el acuerdo y aceptar que las cosas pueden salir bien o salir nosotros mal de todo esto.

La vía fácil es acomodarse y estirar tanto el tiempo que aplazarlo derive en no hacerlo. Porque lo complejo te quiere con ganas,  te pide horas de trabajo. Lo sencillo es lo malo conocido, lo complejo es lo bueno por conocer,  es el camino que queremos y no siempre cogemos. 

Con lo difícil es con lo que crecemos, te va a dar dolor de cabeza, te va a mover las cartas y por supuesto que te va a replantear lo que piensas. Y bueno, volver a lo conocido es quedarte donde estás.

Lo que nos diferencia es lo que compensa. La clave está en si quieres ser de los que creen que les compensa quedarse en el bien o de los que saben que cuando lo difícil sale bien, no es bien, es muy bien.

El que hizo la secundaria sin atascos ni peaje es un ingeniero llamado Miedo (al rechazo, al fracaso, a no ser lo suficientemente bueno…) Lo fácil es dejarle ganar el pulso del autoengaño, porque lo complicado es mirar a los ojos a todo lo que dijiste que no y no preguntarte si te estás equivocando.
Hay un fenómeno que ocurre siempre que el miedo gana, y no es meteorológico pero viene de arriba,  y es que te salpica en la cara.
 De repente el vuelo con tu destino baja de precio, la gente habla sobre lo bueno que es el nuevo proyecto que te parecía tan difícil...

Te recuerda que el miedo todo lo puede.
Y solo de ti depende.

P.D: El miedo no compensa.

sábado, 11 de abril de 2015

En esencia

Hasta 3 veces en el mismo día se refirieron a mí diciendo que era dulce. Llegue incluso a ver escrito y bien grande: c o m o   a l g o d ó n   d e   a z ú c a r
No voy a negarlo, pero no hay peor mentira que una verdad a medias. Puedo serlo, puedo enredarme y darle mil vueltas a algo por mucho que sea simple como un palo, aún así sigo sin serlo. Verás que al tacto es suave, hasta que en la boca se derrite y se vuelve pegajoso. Si quiero, contigo puedo serlo, solo si quiero puedo rozar suave tu mano pero dejándote marcado. Como algo inesperado.

En cualquier caso el final  siempre es el mismo, es ese punto en el que te pones perdido, tanto que se vuelve empalagoso. Lo siento pero eso si que no puedo serlo, lo dice el 1º principio de mi lista de principios: No ir en contra de tus principios.

Es así, soy todas las veces que he salido corriendo de esa situación de agobio y de personas bañadas en caramelo.

Primer defecto, por ser dulce tengo un límite. No lo aguanto, no puedo cuando demasiado es demasiado. Hay una concentración de azúcar a partir de la cual me saturo.

Reconozco que también soy las veces que elijo pringarme, derretirme queriendo y sin quererlo. Suelen coincidir con un estado de euforia y si tienes suerte, te estrujo y te pringo a ti también, que de vez en cuando me encanta decir: ¡es tan blandito que me quiero morir!

Entre dulce o salado la respuesta siempre será dulce, pero no me prives de la sal. ¿Puede el agua del mar no ser salada? Y es que también puedo ser agua, porque mirando en profundidad, en esencia soy j a r a b e. No me vendo, en todo caso me dispenso y quien me conoce sabe que en pequeñas dosis. 
No quieras todo de golpe, se que más de una han sido las veces que he sido los pequeños detalles
que significan mucho más.

jueves, 9 de abril de 2015

Igual no

Cuando lo que estaba bien ya no lo está, cuando lo que era ya no lo es tanto, nos consolamos con un: Supongo que tenía que pasar…
Pero es que igual no. Igual no tenía que pasar.

Igual has ido dejando que pase, o el otro, o los dos lo habéis permitido.
Igual no tiene que seguir pasando y todavía lo puedes reavivar. 
Que mucho en esta vida es como hacer una tortilla: si tu no le das la vuelta, nadie se la va a dar.

De verdad te digo, igual no tenía que pasar.