jueves, 31 de diciembre de 2015

Espero que estés a la altura

Después de haber hecho balance espero que no cierres con pérdidas. Podría felicitarte el año a las 00:00  pero estaremos bastante ocupados viendo como coinciden, en un solo punto, pasado, presente y futuro. Punto de equilibrio le dicen, algo así como encontrar la idealidad. Podría desearte salud, amor y dinero, podría desearte únicamente una feliz entrada de año, que tus sueños se cumplan y que tú cumplas tus propósitos. Podría copiar y pegar el mensaje de este año y solo cambiar de fecha. Podría hacer todo eso, hacer lo que hacen todos o marcar la diferencia. Prefiero desearte un 2016 simple pero con sentido, así que empecemos por el principio.

Con 5 horas de adelanto, espero que no cierres con pérdidas. Que te salgan las cuentas y veas que mereció la pena invertir todo tu tiempo. Espero que te hayan pagado con la misma moneda. Espero que hoy, a las 12 en punto, nadie te robe ese minuto especial, que encuentres el equilibrio, y sobre todo, que lo mantengas durante doce meses. Que tengas una actitud zen pero sin paréntesis emocional


Espero que te escriban, que te manden mensajes hasta decir basta, y que en días como hoy, llegues al colapso con personas que demuestren el cariño que te tienen.
Espero que te llamen. Que te sorprendan y hagan eso que ya nadie hace. Que mantengan ese cosquilleo en tu estómago sin necesidad de rozarte. Que tengan ese no se qué que qué se yo que te vuelve loco. Espero que haya alguien que te de todo lo que no esperabas.


Espero que tengas la más feliz entrada de año y que en ningún momento te den ganas de salir de él. Que el resto de días encuentres lo que necesites para seguir brindando. Y cuando no, espero que aprietes los dientes. Que tengas lo que hay que tener para hacer un brindis cuando las copas estén rotas.

Espero que viajes, a la vuelta de la esquina, al centro de tu mente o a la otra punta del mundo. Que cada vez que te pierdas, encuentres el camino de vuelta a casa. Y no hablo solo de cuatro paredes. Que te pinten puertas donde antes no veías posibilidades. Que no te escondan la llave. Espero que te quiten el miedo a volar en alfombra y que te decidas a sacar el billete a Nunca Jamás.


Espero que te echen un cable. Que cuando tengas las dos manos ocupadas y no sepas escribir con el pie, haya alguien que te ayude. También espero que encuentres la forma de seguir adelante, que los méritos propios saben mejor. 
Espero que te asuste el tamaño de tus sueños y te busques una escalera lo suficientemente grande como para alcanzarlos. Espero que estés a la altura.

Espero que lo hagas simple. Que le des todo el sentido a tus días y encuentres la forma de hacer que un año te cunda.

¡Feliz 2016!


miércoles, 23 de diciembre de 2015

Dejemos que el tiempo pase

El tiempo no espera a nadie, el tiempo vuela. Hay momentos en los que me inquieta ver lo rápido pasan los días, sobre todo en estas fechas en las que se acerca el final de año. El tic-tac nos avisa de que esto se acaba, cada vuelta de reloj  nos pregunta cuáles serán nuestros propósitos cuando el marcador vuelva a estar a cero. A golpe de aguja nos llenamos de respuestas.

Sigamos dejándonos huella sin necesidad de herir. Pongamos otra montaña de folios en blanco sobre la que seguir escribiendo un continuará... Seamos el oasis que fuimos cuando alrededor sólo había dunas de nieve. Volvamos a ser el puerto seguro al que acudir cuando nuestra cabeza se llene de arenas movedizas.


Bailemos cuando no podamos más. Vamos a quedarnos de rodillas, con la espalda completamente apoyada en el suelo, para coger todo el impulso. Vamos a no mirar el vaso medio lleno cuando no tenga ni gota de agua, mejor es que encontremos la forma de salir de él. 

Disfracémonos de héroes y heroínas, pero reconozcamos que no hay capa que tape los nervios y el miedo en los momentos más difíciles.

Recuperemos la ingenuidad  y el entusiasmo. Al final, de lo que se trata, es de tener bien abiertos los ojos para descubrir gente valiosa que pasa por tu lado. Y de creer en los cuentos.


Seamos egoístas, guardémonos para nosotros las fotos que capturamos y así retenerlas en nuestra memoria. Que no es el atardecer, sino con quien lo ves. Coleccionemos momentos y no cosas. Quitémonos el peso que llevamos acumulado. Aligerar la mochila, el armario, la cabeza, los días.. de personas y cosas que no nos hacen realmente feliz.

Guardemos su recuerdo empapado con el cariño que deja el paso del tiempo.

Preguntémonos antes de dar por hecho. Que no corramos antes de que pongan las calles. Hablemos de lo que nos pasa cuando decimos que no nos pasa nada. Quitémonos la coraza con quien nos quita la careta de "todo va bien" con solo mirarnos de reojo. Despejemos las dudas de quiénes son. Que nuestra intuición borre de un soplo la indecisión en el momento adecuado.


Dejemos que el tiempo pase. Queramos o no, ya lo hace y así seguirá, pero quedémonos nosotros. Que encontremos cada día, al menos, un motivo por el que no perderlo. Que no pasemos de largo en nuestros días mientras las horas se deslizan por nuestras manos. 

Quedémonos cerca de las personas que nos quieren. 

Que nos sobren los motivos y sigamos teniendo razones por las que compartir nuestros caminos. Mirémonos de cerca y de frente. Dejemos que el tiempo pase mientras nosotros nos seguimos invitando a descubrir a qué huelen nuestras vidas.

jueves, 26 de noviembre de 2015

La importancia de las cosas simples

"Muy a menudo subestimamos el poder de una caricia, una sonrisa, un cumplido sincero, el mero hecho de preocuparse… Todo eso que tiene el poder de darle la vuelta a la vida"
-M. Luther

La vida está llena de detalles. Curiosamente, es lo que la mayoría de la gente intenta evitar. Creemos que si quitamos todas las partes minúsculas nos quedaremos con el pastel. Sin el topping ni virutas, sin eso que no se come y lo otro que solo adorna, todo pierde su valor. Creemos que  esas tonterías  no cuentan tanto, solo son unas décimas que aligeran el peso de nuestros días. Son esos cero coma  que te hacen ganar puntos en la pregunta 5 estrellas del examen final. Creemos que, sin ellas todo es más fácil, que así no nos complican, como si no nos liásemos nosotros mismos al empeñarnos en hacer, de todo, una ecuación imposible de resolver.


Integramos los días y derivamos las noches, seguros de que cuanto más difícil, mejores son nuestras relaciones. Sustentamos la teoría de que dos no es igual que uno más uno, sin querer ver que, dos son uno y uno a los que no les es suficiente y deciden sumarse enteros para restar dificultades. Multiplicar sus días por esos cero coma,  que no son tan importantes y consiguen valer 10 puntos. Y aún les quedarán las noches.


Por eso andamos faltos de escuchar te quiero, gracias y lo siento. Es algo sencillo, fácil de pronunciar y de efecto inmediato, pero a menudo se quedan en la garganta sin llegar a ejercer su función. A algunos ni siquiera se les pasa por la mente. Creemos que no significan tanto y lo seguimos creyendo hasta que faltan.

Se nos olvida la importancia de las cosas simples. Por suerte, están los días que te devuelven la emoción por esas nimiedades, demostrando que el verdadero interés es la suma de una larga lista de gestos pequeños. Si jugamos a NO tenerlo todo bajo control, le ponemos la guinda al pastel: el elemento sorpresa

Esperar es solo el comienzo, lo inesperado es lo que cambia nuestras vidas.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Dejarse llevar en Noviembre

Pensando en cómo describiría al que es mi mes favorito, he decidido resumirlo todo en una frase:
La calma después de la tormenta.

Podría decirse que, aunque nos quitemos el bañador y dejemos de hablar de la arena en los zapatos, el verano no termina hasta que llega Noviembre. Eso que los ingleses llaman Indian summer

No aterrizamos hasta que notamos el cambio de aire. El cambio en nosotros. Es la forma de medir el tiempo. Y en otoño, el cambio se acelera.


Las cosas terminan, esa es la mejor parte. Es cierto, el verano está muy bien pero el otoño es mejor. No es caótio, tiene sentido y encaja. 

El ambiente se enfría, se aclara, nos hace razonables. El cielo es más intenso, nos despeja las dudas y volemos a disfrutar de cualquier pequeño instante. 
Noviembre nos da la magia de hacerlos grandes.

Nos concede tiempo para desprendernos de lo innecesario y prestar atención a las cosas que la merecen.  ¿Cuándo ha llegado? En el momento en que aceptamos el cambio y vemos que tenemos espacio suficiente para un nuevo comienzo.


Cruzamos puentes, con la firme idea de no mirar atráspara encontrarnos a nosotros mismos. Nos apoyamos en el hombro de quien nos quita las piedras del camino.

El frío nos ablanda, nos vuelve mejores. Mostramos nuestros verdaderos colores, nos revelamos ante los demás. Buscamos su calor y recordamos cómo era eso de darlo.

 No puedes ocultar tus verdaderas intenciones al acercarte al otoño de tu vida.

Las hojas de los árboles caen y se llevan las preocupaciones. El pasado se desvanece y al fin, dejas de estar pendiente. Te dejas llevar completamente, sin oponer resistencia ni hacer esfuerzos.

Una palabra: Reconfortante.



El viento nos susurra su frescura en la nuca. Encontramos las razones que le dan el verdadero brillo a nuestros ojos y nos armamos de valor para no perderlas. Es, sin duda, el momento en que asumimos los riesgos y decidimos hacer lo inesperado.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Declaración de intenciones

Hace rato que me apetece apetecerte. Asómate a mis ojos si aún no has comprendido lo que quieren, ¿qué te pasa que no me dejas quererte?

Cuando una cosa está empezando lo que esperas es que vaya viento en popa, creciendo y aprendiendo cada día. Ahora es el mejor momento que hay de vivir como si el tiempo nos debiese algo, como si fuese nuestro, exigiéndole al contado lo que nos pertenece.


No pretendo vivir bajo tu sombra, ni que tú lo hagas bajo la mía. De mi boca no saldrán discursos ni promesas, porque no soy yo quien debe hablarte.

 Eres tú quien debe descubrirme. 

Nada tiene el mismo valor con palabras que lo que se da con hechos. Vengo con la intención de que te levantes, sonrías y veas que aquí están pasando cosas.

No esperes que empiece a contar los días que faltan para llegar a sumar meses, basta con que pase el tiempo, el que te aseguro que tendremos, y decidamos recordar un solo número estable.


No esperes que espere a una ocasión especial, prefiero brindar por todas y cada una de las cosas que pasan a lo largo de un día normal. 

Prefiero los detalles "porque sí " que marcan la diferencia.

Tengo la intención de escribir en un papel una lista de planes con la única condición de ir despacio.

Me arruinan las prisas y la falta de estilo. 

Duraremos tanto como duren el camino y sus vistas, con pasos hacia delante, poquito a poco si quieres, pero camino solo se hace al andar. El camino y sus vistas lo son todo.


Quiero verte con ganas. Quiero que ganes al verme. Y verte con las ganas de que gane al verte.

Quiero un querer sin depender y que sepamos atar cabos con las cuerdas de la confianza, sin doble dirección de las palabras ni celos enfermos.


Tengo la intención de seguir tomando nota y que apuntes mis manías, de llevarte la contraria y que me saques de quicio, hasta que decida que mereces que te muestre mi lado más frágil, ese que apenas nadie conoce.


Rumbo a empezar, conozco un lugar no muy lejos de aquí. Si quieres facturo este invierno, te vuelvo a sacar de golpe Febrero. Pongo mi mano en tu mano. Vengo a decirte que de estufa, me tienes a mí.

Te propongo ser tu mejor confidente y compartir desayunos de miradas. 

Prometo encargarme de besarte a media luz, pero no alimentaré el vicio que tiene la gente de compartirlo todo a diestro y siniestro. Es mejor insinuar que enseñar, y quien dijo que, el truco está en hacer que se pregunten por qué, llevaba toda la razón.


Te mentí, no estoy al margen. Y no se me ocurre ninguna excusa, no necesito encontrarla. Precisamente porque yo tampoco quiero estropearlo, declaro que no me voy a ninguna parte.

Volvemos a lo que realmente importa.

De ti depende y de mí que entre los dos siga siendo ayer noche, hoy por la mañana.

sábado, 26 de septiembre de 2015

De vez en cuando, la vida

El secreto está en las ganas. No hay más, esa es la adivinanza que a todos nos suena pero de la que olvidamos la respuesta. Debería ser lo primero que te pones por la mañana, incluso antes de salir de la cama, porque las ganas se definen como aquello que hace que las cosas salgan bien. Tan simple como cuidar lo que te llena.

En el momento en que aprendas como ser feliz no permitirás estar cerca de personas que te hagan sentir algo menos.


Porque los pequeños detalles que hacen que la vida merezca la pena son infinitos si nosotros deseamos que lo sean. El problema no está en lo que nos reclaman, sino en lo que nos exigimos.

No pido demasiado, pido todo y “todo” nunca es mucho cuando hay ganas. Pido rebosar energía por los cuatro costados todas las mañanas, más bien me lo exijo.

He aprendido que es muy importante ser un entusiasta, ilusionarse por las cosas pequeñas de cada día, sobre todo las veces en las que la vida nos gasta una broma y nos despertamos sin saber qué pasa.

Ser feliz vuelve a la gente loca. Es una cuestión de actitud, se pueden abrir muchas ventanas cuando una puerta se cierra, pero eres tú quien tiene que saltar.


Exijo rodearme de personas con sueños y ambición, con deseos y con la intención de hacer que se cumplan.

Sólo hay dos tipos de personas con las que vas a poder pasar de 0 a 100, aquellas de las que lo esperas todo y te lo dan TODO, y aquellas que te lo dan todo cuando no esperabas nada. Éstas, las menos comunes por supuesto.


Pido que se quede quien aporte, quien sume y te llene la agenda de planes, quien escriba para el recuerdo las noches más anecdóticas. Quien invada tu espacio personal en el momento que más lo necesitas. Tan simple como un “vamos a intentarlo”.

 Exijo querer, querer mucho y querer bien. Creo que no hay forma más bonita de decirle a alguien que lo quieres que abrazándole. 


Exijo no perder el brillo en los ojos, después de un tiempo todo lo quieres es estar con la persona que te hace reír.
Se trata de tener cerca a cualquiera que tenga las mismas ganas que tú, alguien por quien tu sombra te diga que ya no te sigue, que ahora es con ella con quien encajas.

Pido que los años y el presente me sorprendan mientras aprendo a no perder la paciencia. Las mejores cosas ocurren sin esperarlo y de vez en cuando, la vida se pone muy interesante.

En otoño, cuando comienza a refrescar, la vida empieza de nuevo.


miércoles, 19 de agosto de 2015

Cerrado por inventario

Una vez al año toca hacer balance. En algún momento hay que parar y mirar atrás, ya que como dijo un gran hombre a quien admiro, no puedes conectar los puntos mirando hacia delante. 
Hay quien hace el recuento a final de año, y otros, hacemos inventario en verano mirando de frente a Septiembre.

Tienes que recordarte hace justo 365 días.¿Has conseguido ya eso que tanto querías? Y si es así,  ¿lo sigues queriendo? Ya lo dijeron una vez: cuidado con lo que deseas porque puede hacerse realidad.

A veces, lo que queremos es lo que necesitamos. Normalmente, lo que necesitamos es justo lo que no esperábamos.


Hacer inventario es comparar cómo estás ahora y cómo estabas exactamente hace un año. Consiste en hacer una lista con todas las cosas, personas y sueños con los que partías y mirar si se parece a la lista que te refleja ahora.
Una es la Lista de las expectativas y la otra es la Lista real. ¿Cuántas cosas tachas de la primera porque no están en la lista actual? Seguramente unas cuantas...Míralo por el otro lado, ¿cuántas cosas hay ahora que no habías planeado?

La que cuenta es la segunda, ahí es donde vemos quién sigue estando después de un año, quién esperábamos que estuviese y no ha estado, y quién nunca imaginamos que estaría.


Nombres y apellidos conectados a las distintas versiones que somos. Algunos sacan lo peor, otros lo mejor y otros simplemente sacan el máximo. De todo.

Se trata de bajar la guardia, colgar el cartel de cerrado y echar la llave.

Tomar nota de uno mismo, asomarte al almacén y rescatar tu lado brillante, siendo consciente de todo lo que te ha hecho perder brillo.

Así siempre serás tu mejor versión.



jueves, 6 de agosto de 2015

El día que dejemos de emocionarnos

¿Puedes recordar la felicidad que sentías saltando en la cama? Ese gran acto de rebeldía en contra de las reglas del hogar. ¿Qué riesgo mayor vale la pena correr?
El día que dejemos de emocionarnos no recordaremos lo que se siente al salirte del patrón y perder los buenos modales.
Noche de verano, una pareja de ancianos bailan bajo los focos de una terraza de hotel atestada de gente que les sigue los pasos, y  la felicidad que supuran, con la mirada. A ese par de caderas, después de 70 años encajando, les diremos que la edad sí importa para bailar un rock n roll. A ver quién se atreve a quitarles lo bailao.


Cuando ocurra, habremos olvidado las veces que lloramos de felicidad y moríamos de la risa.
Las estrellas dejarán de ser fugaces. Si vamos a mirar al cielo y creer que dar gracias no sirve de nada no necesitaremos la emoción de los deseos cumplidos.

Tampoco encontraremos un motivo para brindar. ¿Cuándo dejo de ser suficiente brindar por estar con quien más quieres? Será como abandonarnos en mar abierto y dejar de buscar el faro que nos guía.

Ese día oiremos muy bien porque ya no nos quedaremos sordos, no habrá gritos por un gol en el último minuto. Iremos ligeros, no llevaremos nada dentro. Ni siquiera la desesperación al buscar las cerillas que necesitas para encender lo que se ha apagado.

Las discusiones serán aburridas y no nos arrepentiremos de no ser capaz de decir lo que necesitas decir, sobre todo cuando debes decirlo.

Seguiremos creyendo que esto es pasajero. Ya sabes, la gente viene y va…
Y así, con dos puntos de más, esconderemos el final de la frase, mientras en tu cabeza resuena que la gente viene y va, pero las personas llegan para quedarse.


El día que dejemos de emocionarnos se me habrá quitado el miedo a Septiembre, igual que las ganas inmensas que tengo de que llegue. Más nos vale que éste día tarde en llegar, porque cuando lo haga ya no nos sorprenderemos a nosotros mismos mirando al futuro. El final del verano es eso, el comienzo de una nueva etapa.

Vía libre para quien ya se sienta identificado, que dicen que todo lo malo se pega.
 Y yo todavía me sigo emocionando.

A  P, C y A,  porque 200 m nunca serán demasiados.

jueves, 16 de julio de 2015

Nos conocemos

"Encantada de conocerte. Y de conocerme"

Solemos decir que nos conocemos.
Tenemos más o menos claro lo que queremos y lo que no queremos, tanto, que queremos lo que no tenemos, y cuando vuelve de nuevo ya no lo queremos. Decimos que sabemos lo que merecemos pero que ella o él volviese no es precisamente eso… Y aún así lo queríamos.

Somos un acúmulo de paradojas, un sinsentido aparentemente coherente. Nos sabemos la teoría y fallamos en la práctica. Pensamos una cosa que sentimos y hacemos justamente lo contrario, cuando la única forma de no fallar es pensar con el corazón. Podríamos aprendernos coreografías imposibles de Beyoncé y no somos capaces de coordinar lo de dentro con lo que hacemos.


Nos gusta llegar a tiempo a las citas y a la vida, aunque a veces esperamos hasta que se nos hace tarde. Sabemos que esperar el momento perfecto  es dejar pasar la realidad creyendo que llegará el día en que lluevan pianos. Tan absurdo como comer helado en invierno o hacer ángeles en la arena, pero aún así lo hacemos.

No nos gusta la rutina, el desafecto, ni la normalidad. Buscamos algo fuera de lo común, algo (para qué engañarnos más) alguien que destaque y sea diferente, pero no tenemos ni idea de qué hacer con ese alguien que entra a tu vida y te cambia las cartas. Un huracán que te enreda despacito, del que sabes que no puedes librarte, ni quieres.


Siempre nos han hablado de lo que nos conviene y lo que no, nos enseñaron que no se debe volver a lo que nos hizo daño y que hay oportunidades que no se deberían volver a dar. Nos dicen que no quieres que vuelva, lo que quieres es el recuerdo de lo que creías que fue.
Y tienen razón.

Creíamos saber lo que queríamos. Es entonces cuando nos re-conocemos.

Creo que hay que saberse de memoria tus propios lunares para que alguien los cuente y te dibuje uno más. Tener muy claro cuáles son tus dos puntos débiles, porque de vez en cuando, la gente puede darte una grata sorpresa. De vez en cuando, hay alguien que te conoce más de lo que creías y sabe que son las cosquillas en el cuello las que te pierden.

Solemos decir que nos conocemos.
De vez en cuando, nos lo demostramos. De vez en cuando, acertamos. Y es que en el fondo sabemos quién es el huracán que nos hace tanto bien. Basta con mirarnos a nosotros mismos y ver que cuando está cerca, las cosas nos van mejor.

Solo hace falta saber que alguien más nos conoce tanto como nosotros para terminar de vernos.


martes, 7 de julio de 2015

Julio y todo su esplendor


Queda inaugurado el mes por excelencia del verano, al único que no se  le puede reprochar que llegue demasiado pronto o demasiado tarde.
Ya están aquí los días de gazpacho, salmorejo y ajoblanco. Los sombreros de paja, los bañadores de rayas y las siestas para coger fuerzas.
Vuelven la clasificación de los 4 colores: blanco nuclear, rojo cangrejo, moreno bronceado y negro del Congo. Las cañas a la 1, a las 2 y a las 3. También las de pescar.

La tabla de quesos y vino para cenar y quien tiene la suerte haber sido elegido para compartir este manjar.
Los desayunos de buffet, cenas al estilo inglés y besos a escondidas por los pasillos de hotel. Las noches de amigos día sí, día también. Los libros y revistas que con suerte te duran dos días. Las partidas de tardes infinitas y los faroles que más de uno se echa.


No es el momento de jugársela a una carta, es hora de ir con toda la baraja. Agotar los deseos viendo las estrellas pasar, soñando en voz alta, respirando bajo el agua, abrazando con la mirada. Benditos abrazos y quien invade tu espacio personal.

Ya puedes decirle al niño que llevas dentro que corra que Julio ya está aquí. Que ya puede volver a sentarse en el filo de la orilla a construir castillos, sabiendo que la ola siempre vuelve.

Cerrar con sol y sal las heridas que el invierno abrió. Hacer un tira y afloja con la vida y con el mar encontrando el equilibrio entre seguir la corriente o no moverse.

31 días para buscar y encontrar

Buscar en una caracola las respuestas a esas preguntas difíciles de contestar.

Buscar en el arrecife a quien se perdió buscándote a ti, que ya era hora de que alguien buscase a Dori. Sumergirse con la intención de encontrar algún tesoro y salir a la superficie para ver que los tesoros más grandes los llevas a 200 cm bajo piel. 

Buscar conchas de nácar entre todas las conchas normales. Parece sencillo pero a veces, no las ves hasta que te refleja su brillo  al agacharte y coger esa concha común. Buscarlas en la orilla y en la vida es mi mayor vicio.

Un mes para que el sur te encuentre y tú dejes de buscar el norte.

Queda inaugurado julio y todo su esplendor.


lunes, 15 de junio de 2015

¿Cuánto cuesta este echar de menos?

A echar de menos no se empieza, simplemente te das cuenta cuando te invaden las ganas de volver o de que vuelva eso que te falta.

Tu mente es la ola que te revuelca, te enseña los recuerdos en fotos con los bordes en blanco simulando la espuma de esta marejada. Para algunos es la boya que abrazan con los 5 sentidos, pero es el olfato el que hace volar la memoria. Paradójicamente, se siente un inexplicable vacío cuando realmente estás lleno por dentro.

Es justo el segundo antes de coger carrerilla para tirarte de cabeza a unos brazos, una playa o al mirar de unos ojos que ya no miran igual.
Hay días en los que es sentir que has perdido algo valioso y no recuerdas qué es.


Echar de menos es mirar atrás. Es el balance entre lo que hubo y lo que queda y por eso es la renta que siempre te sale a devolver

Para quien todavía no esté metido en el mundo de las finanzas, todo se resume en si te sale a devolver o te sale a pagar. En nuestras finanzas personales, añorar es “la vuelta”  del cariño que has dado, es “el cambio”  que recibes cuando das de ti más de lo necesario. Son las veces que pagaste con un billete grande y hasta dejaste la propina.

Es el precio que se paga por no quedarte en la línea que separa lo suficiente de quedarse corto, es superar con creces ese umbral, es el coste de lo vivido y lo querido. Si nuestro tiempo se equiparase al dinero, los recuerdos serían el dividendo que recibes por las horas que firmaste desembolsar.

 Que todos somos accionistas de personas y lugares por los que invertimos todo lo que tenemos, a veces nos invertimos a nosotros mismos esperando que, cuando haya que ajustar cuentas y toque añorar, nos siga saliendo un beneficio.

También es la cruz de la moneda que ya no te queda, esa que te quitaron demasiado pronto. La deuda que la vida y el tiempo siempre tendrán contigo. 
Son las veces que se han quedado en números en rojos dejándote a ti con Las cosas que no nos dijimos. Y las que quedan.
.
Toda cruz tiene su cara, el lado brillante que hay que intentar mirar en todo, se llama Presente. Echar de menos es la cruz y la cara que está en manos del destino y del azar. Mil veces será cruz y mil y una será la cara que te recuerda por qué sí hay que invertir. 

Te recuerda en qué se te fue el tiempo, en quién invertiste todo tu capital y quién lo hizo en ti. 


Te impulsa a hacer esa llamada, a buscar el boceto de ese proyecto, a aprender a conformarse con un abrazo virtual de esos que se dan muy fuerte, a decir te echo de menos y todo lo que se quedó en el tintero.

Es entonces cuando ves la moneda con dos caras convirtiendo el echar de menos en las ganas de las ganas. Ganas de seguir pagando a medias, volcar todos tus bolsillos e invertir todo de ti, hasta el centro de la gravedad. 
Porque el costo de añorar nunca será tan alto como el beneficio de saber que muy pronto ya no tendrás que echar más de menos.


P.D: El mejor paraíso fiscal es el que se crea cuando ambas partes deciden invertir su moneda de dos caras.



jueves, 28 de mayo de 2015

A corazón abierto

A mí me gusta comer de verdad, beber de verdad, besar de verdad, charlar con los amigos de verdad, enamorarme de verdad. Y cuando pones tanto en todas esas cosas lo más normal es que salgas lleno de cicatrices” J. Sabina

Estar normal está de moda. El pesimismo, la frialdad y el modo robot son los nuevos must have Las gafas que se llevan son invisibles a los ojos de los demás y a los tuyos, porque ahora lo que se lleva es mirar translúcido. Mirar mirando de fondo sin enfocar. Mirar con los ojos abiertos pero mentalmente cerrados. Acorazonadamente cerrados.

Siento comunicarles que aquí ya no se puede hablar de lo bien que estás. No es creíble que en la respuesta a un “¿Qué tal?”  no haya un pero. Resulta que de serie tiene que haber algo que falla, que no es suficiente la tormenta, huracán y diluvio que nos ha caído. Bien, pues me niego
Se supone que debemos brindar porque todos tenemos algo que va mal y yo me niego. 
Porque la libertad es no alzar la copa. Porque puedo.


Hablar de lo bien que vivo es mirarme en el espejo y que me guste lo que veo.

Porque estar bien contigo mismo es tener el valor de decir: “Mamá, Papá no sé si voy a opositar. Tal vez lo que quiero es entrar en el peldaño más bajo de Yves Saint Laurent por mucho sudor, esfuerzo y tiempo que me lleve alcanzar el ejecutivo.”

Y puedo porque vivo tan bien que se quién está y quién me va a apoyar.

El tiempo me ha enseñado que la mejor postura es cabeza alta y sonrisa amplia. Una de las lecciones más importantes que he aprendido en lo poco que llevo de vida es no volver a decir nunca más: Fine, thank you.  Si lo piensas, no hay otra frase más usada para ocultar cómo estás de verdad.

Si hay que decir que estás mejor que nunca, se dice. Por todas esas veces en las que no has podido estar peor. Si al de al lado no le gusta, es su problema y tú ya tienes lo tuyo. Touché, la curiosidad mató al gato. Porque déjame que te diga un secreto: Todos quieren verte bien, pero no mejor que ellos.


Porque no apoyo la excusa de que no hay tiempo. Hay tiempo, pereza, desgana y huecos en la agenda esperando que se llenen con citas para cenar. Cuando haces malabares con tus cosas  y las de las personas que cuentan, moviendo lo inamovible, el colmo sería brindar por la normalidad. No pienso ser yo quien ponga esa última gota.

Las cosas si salen bien. Si hay me gustas    sin pero,  es posible    sin pero. Un paso adelante y luego uno detrás es un chachachá que solo vemos los llamados optimistas, mal versionados como ilusos.

Prefiero tener una ilusión, prefiero ponerle ganas a las cosas aunque las llenen de sal, prefiero mirar con el alma a mirar con gafas por miedo a quemarme. Prefiero la pasión. Prefiero elegir a quien me llena incluso cuando a veces, me desborde.

Prefiero vivir de verdad. 

Y eso solo se hace a corazón abierto.

lunes, 25 de mayo de 2015

Recuérdame

A los ojos en los que vi mi reflejo

Te lo pido. Por lo que fuimos. Recuérdame en el tiempo que tuvimos. Tiempo de abrazarse sin saber cuándo vendría el tiempo de alejarse. Recuérdame negándome al frío por un poco de tu calor.
Brillando y tostándome al sol, recuérdame así, que yo te recuerdo el tiempo en que me mirabas como si fuera magia. Y cuándo dejaste de hacerlo.

Cuando quisimos y pudimos. Lento y despacito, que está prohibido correr por los pasillos  que te llevan a los grandes instantes de felicidad, esos que a veces duran solo un segundo y otras, si tienes suerte, duran toda la vida. 

Y, ¿por qué no? Recuérdame con rabia. Ahora que no duele, qué menos que pique. Que te pique recordarme en detalle y no sepas si quieres aliviarte.

Que te den ganas de volver. Que quieras coger  de nuevo  ese avión con destino a lo que fuimos. 

Píllate un rebote y que nadie sepa qué mosca te ha picado. Y que se salve el mosquito que te ha hecho recordarme, oportuno y con disimulo, enseñándote en tu piel que cada paso que yo daba, tú también lo dabas, sin preguntar por qué.

Cabréate con el mundo y contigo por creerte tu discurso sobre el tiempo que tendríamos.

Convéncete de que el tiempo que tuvimos fue solo nuestro.Que no quiero dolerte. Quédate con las caricias y las ganas. Recuérdanos dándonos lo mejor, hasta que volvimos a ser dos. 

Recuérdame ahora que te miro de cerca, te veo de lejos.
Recuérdame ahora que se lo que es
el cariño.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Querido Yo en la Facultad

A mi pelotón. 
Dedicado a todos los que se preguntan si estoy escribiendo sobre ellos, 
así es.

Esto es una carrera. Lo llevas escrito en la montura de tus gafas con las que intentas amortiguar la resaca tras el pistoletazo de salida el domingo del novato.

Querido yo en la Facultad, no es un sprint,  esto es de fondo, de hecho habrá veces en las que llegues a tocarlo. Tranquilo, tienes tus manos, pero más importantes son las que van contigo  estos años dorados.

El truco para ganarle a los Lunes es <<acompañados y al sol>>. Solo entonces son ellos los que pierden su sentido.


Vas a tener crisis existenciales. Después de 12 horas en la facultad te preguntarás quién eres, a dónde vas y cuál es realmente tu casa.

Antes de que te quieras dar cuenta te habrás enamorado. Bienvenido, estarás en ECUADOR. Es en este punto en el que sabes quién es tu pelotón. Siempre me ha fascinado el ciclista que gana: el jefe de fila. Gana y nunca podría hacerlo sin ellos.

Ahí reconocerás a quien te dice que en algún punto sus apuntes siempre empiezan contigo. No le lleves la cuenta, no le pongas en deuda. Es otra forma de decirte que te tiene presente.

Te enseñarán que igual que las cosas tienen su lugar, las personas tienen que estar sentadas en su sitio. Con ellos aprenderás a no saber estar, a soltar la risa y no aguantar la respiración.


Tendrás a los que llamarás de siempre. Las del día 1 de tu carrera, las de lo mío es tuyo y lo tuyo mío, porque la vida que es otra carrera (con máster), compartida es mejor.

Tendrás también a los que llegan uno o dos años después. Los que llegan con el tiempo y te hacen cuestionarte donde habéis estado antes.

Verás que los que son, son. Y no podía ser de otra forma. Y es entonces cuando me creerás al decirte que nada es casualidad.
Despertarás y no sabrás robarle tiempo al tiempo, porque verlas pedalear a tu lado es la mejor forma de ganarlo.

Ahí encontrarás tu éxito. Cuando la cuesta se incline y creas que todo se viene arriba, o más bien todo se viene abajo, son ellos los que agotan sus fuerzas y amainan el viento. Te sacan de tu tormenta, te colocan en buena posición, una vez ahí, solo depende de ti.

Querido yo, se tu propio jefe de fila.

Y se pelotón.


domingo, 3 de mayo de 2015

10 Gracias y una madre de 10

A ti. Por tu amor incondicional

Gracias por tirarme la zapatilla, por bajarme el ego, por venir y encontrar lo que yo no veía. Y es que no hay momento más ridículo que ver que lo que tanto buscabas ha estado ahí todo el tiempo, a tu lado.

Gracias por enseñarme que no puedo ser inmune al daño. Que no existirá vacuna que nos proteja del dolor y que las barreras que creas no dejan a los demás fuera, sino a ti dentro.

Gracias por no estar siempre al pie del cañón. Ese día, semana, mes o año en el que tu relevo fui yo me ha enseñado que nunca se está preparado para las adversidades, pero también que la vida nunca te va quedar grande.

Gracias por invertir en mí mientras yo con conocimientos nulos de bolsa, pero arte de negociación, trato de convencerte de poner el ojo en Madrid.


Gracias por enseñarme que hay personas por las que no merece la pena llorar, que el rencor que guardes a quien consume es a ti. Que la vida todo lo devuelve y acabaran sentadas en el banquillo de las consecuencias.

Frente a esto, gracias por recordarme que todo queda. Todo queda y todo cala. Y el amor nunca es en vano.

Gracias por todos los "cuando quieres, puedes". Que poder todo se puede, pero el querer por el camino a veces se pierde.

Gracias por cuidarme sin condición ni restricción, ejemplo de que siempre habrá alguien mirando por ti incluso cuando ni tú mismo lo hagas.

Gracias por inculcarme el valor de apreciar lo que tengo, que si miras bien, la mitad es a ti a quien se lo debo.

Gracias por ser el hogar del que nunca te quieres marchar.

sábado, 18 de abril de 2015

El miedo todo lo puede

A quien se puso el bañador y luego no se tiró

“No sé por qué siempre estamos posponiéndolo todo, pero si tuviera que adivinarlo diría que tiene mucho que ver con el miedo”

Es como ese ya hablaremos que solo llega cuando la otra parte se decide a abrir el cajón desastre. Abrirlo no significa que se vaya a producir un desastre, a veces puede incluso liberarte.
Posponer es lo fácil, significa que aún puedes elegir, es la forma que tenemos de pedirle al cielo más tiempo.

Aplazamos lo complejo, lo que nos supone algo de esfuerzo, lo que te exige que des lo mejor de ti y no le valen las medias tintas. Aplazamos todo aquello que pide un mínimo, y no son solo cosas las que aplazamos.

Lo complicado es firmar el acuerdo y aceptar que las cosas pueden salir bien o salir nosotros mal de todo esto.

La vía fácil es acomodarse y estirar tanto el tiempo que aplazarlo derive en no hacerlo. Porque lo complejo te quiere con ganas,  te pide horas de trabajo. Lo sencillo es lo malo conocido, lo complejo es lo bueno por conocer,  es el camino que queremos y no siempre cogemos. 

Con lo difícil es con lo que crecemos, te va a dar dolor de cabeza, te va a mover las cartas y por supuesto que te va a replantear lo que piensas. Y bueno, volver a lo conocido es quedarte donde estás.

Lo que nos diferencia es lo que compensa. La clave está en si quieres ser de los que creen que les compensa quedarse en el bien o de los que saben que cuando lo difícil sale bien, no es bien, es muy bien.

El que hizo la secundaria sin atascos ni peaje es un ingeniero llamado Miedo (al rechazo, al fracaso, a no ser lo suficientemente bueno…) Lo fácil es dejarle ganar el pulso del autoengaño, porque lo complicado es mirar a los ojos a todo lo que dijiste que no y no preguntarte si te estás equivocando.
Hay un fenómeno que ocurre siempre que el miedo gana, y no es meteorológico pero viene de arriba,  y es que te salpica en la cara.
 De repente el vuelo con tu destino baja de precio, la gente habla sobre lo bueno que es el nuevo proyecto que te parecía tan difícil...

Te recuerda que el miedo todo lo puede.
Y solo de ti depende.

P.D: El miedo no compensa.